AQUELLOS TIEMPOS DE HADAS
AQUELLOS TIEMPOS DE HADAS-Jesús Martínez
Tócanme hoy las ninfas de la inspiración la vena nostálgica y romántica. ¡Cuántos recuerdos...! Emotivos, placenteros, agradables, menos agradables y desagradables. ¡Cuántas personas desfilan por la ahora nítida pantalla de la mente, con una claridad asombrosa, inmersas en entrañables escenas...! Seres que abandonaron esta controvertida existencia hace décadas, años, pocos meses... También quienes, ¡como no!, están aún entre nosotros, rememorando una juventud pasada con una permanente juventud vital. Ahora pienso que los recuerdos emotivos y placenteros más arraigados en el corazón y en la mente, son los revestidos de sencillez y simpleza, de candor y ternura. Memoria de tres etapas en la vida del ser humano que, cual robustas columnas, sostienen y conforman las posteriores personalidades que albergará el espíritu en evolución y que, indefectiblemente, va ligado al cuerpo físico. Recuerdos de la niñez en los que aparecen los padres (con su férrea rectitud), los abuelos (con su cariñosa condescendencia y permisibilidad), los amigos de travesuras infantiles... Las aventuras de la adolescencia, época feliz en la que "el futuro" no preocupa en absoluto; futuro a veces deseado que parece inalcanzable... Entre estas dos etapas, el ser humano, se convierte en sacrálico pontífice y establece un nexo de unión entre el pasado y el futuro más cercano. Acuden a la cita los recuerdos de la adolescencia y de la primera juventud. En esas etapas felices de existencia que añoramos y que, para nuestro pesar sempiterno no volverán, hay unos recuerdos imborrables. En la etapa de la adolescencia, cuando dejamos de odiar y menospreciar a "las chicas" y las chicas dejan de temer a los chicos para mirarles tímida, fugaz y subrepticiamente, como paso previo a aquel primer amor que será vitalicio. Primer amor en el que acaso tuvo que ver una determinada flor o un preciso lugar. Primer amor que felizmente, en algún caso, las hadas y hados de la fortuna hicieron que fuese único y definitivo. Una primera experiencia sentimental de inusitada raigambre que posiblemente un día reaparecerá como un duendecillo juguetón del pasado, tal vez con fuerza insospechada. Aquella época en la que ellos no tienen noción del ridículo y ellas, con una más temprana madurez, sonríen divertidas ante determinadas situaciones creadas. Porque ahora son ellas "las que mandan"... Claro está que hablo de mi generación y de las posteriores más inmediatas. Soy consciente de que, con el paso del tiempo, para bien o para mal, todo ha cambiado como "de lo blanco a lo negro". Y es natural, justo y necesario. El ser humano debe avanzar en su evolución espiritual y material. La bondad del avance depende de la dirección en que se mueva y cómo se mueva. A partir de aquí ya no se puede hablar de aventuras sino de venturas y desventuras. Sea como fuere, en este periodo de crecimiento esencial para el futuro, en la adolescencia, algo fundamental aparece y cambia en el metabolismo. Unas misteriosas corrientes eléctricas recorren todo el ser. Corrientes que, nacidas en el alma, convulsionan el espíritu y producen todo tipo de cambios hormonales en el cuerpo físico. Es la llamada, el grito de la Naturaleza. Un grito que el entorno sociocultural pretendió ahogar blasfemando inconscientemente contra los designios del Creador. Una cosa es dirigir y aconsejar y otra muy distinta coartar y entorpecer, creando traumas y complejos, a veces depresivos, que perdurarán siempre y cuyo resultado final puede ser deformar en lugar de formar. La palabra absurdo es la única que se me ocurre. Pero, ¿hay algo coherente en esta vida? "... los sueños sueños son..."
Uno de los muchos dibujos del entonces adolescente Manolo Tomás Serrat, a más de doble tamaño que el original. Con un apoyo en las rodillas por mesa y a "pluma de manguillo", con tintas prefabricadas en casa y mezcla de las mismas. Es una lástima que, por el tamaño, no se puedan apreciar los hermosos y acertados colores así como la firmeza y limpieza de los trazos. Sobran las críticas y comentarios. ¡Y qué caligrafía tenía...!
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Dicen que cuando el ser humano empieza a vivir de recuerdos, es un ser caduco y sin futuro. No estoy de acuerdo. ¿Y si, por un mágico encantamiento, el pretérito se torna futuro? Precisamente, esos recuerdos, le insuflan fuerzas, ansias y motivaciones por las que seguir viviendo y, en momentos de emotiva y acusada nostalgia, le hacen sonreír y a un tiempo derramar alguna furtiva lágrima. "¡Qué tiempos...!" ¡Ay de aquel o de aquella que, en un momento crucial de su existencia, no pueda evocar imágenes emotivas...! ¿Quién no se ha hecho ocasionalmente esta pregunta: “¿Qué hubiera pasado si...?”. En definitiva, ¿qué hubiera pasado si la magia de las hadas y hados hubieran determinado un futuro diferente?. Porque éste era uno de los poderes de las hadas: predecir y trazar el futuro de los humanos.
Si, amigos míos, fueron tiempos, o son tiempos, en los que la fantasía y la ilusión se confunden, se conjugan y se dan la mano. Son tiempos pretéritos que siempre están presentes. Épocas en las que, en cierto modo, el futuro no existe o es un mañana inconcreto e inmediato. Épocas en las que todos creemos en las “hadas” y en los “hados” de la ensoñada e inmediata fortuna... Aquellos tiempos en los que los chicos leíamos tebeos de El Guerrero del Antifaz, de El Jabato, de Roberto Alcanzar y Pedrín y tantos otros de interminable listado y cuyas portadas descansan hoy en la memoria cerebral o en los archivos virtuales del ordenador... En nuestras fantasías de niños o adolescentes, incluso juveniles, hacíamos realidad estos personajes y, además, queríamos emular su quijotesco talante en misiones y aventuras de ayuda a la mujer amada o al débil, en una pertinaz lucha contra el malo de turno. Todos llevamos dentro algo, o mucho, del hidalgo manchego, ocasionalmente o durante toda la vida. Después llegó Marcial Lafuente Estefanía...
Las chicas soñaban paseando su embobada mirada por los "tebeos" de “hadas” o de príncipes que casaban con una plebeya o viceversa. Da igual. El principal ingrediente es el ensueño y la fantasía. Al fin y al cabo, las hadas también estaban dentro de ellas. Publicaciones que las abocarían a una futura lectura de Corín Tellado. Más fantasía o fantasía de fantasías. Es verdad que, unos y otras, leíamos y reíamoso o sonreíamos con el TBO, el Pulgarcito o el Jaimito... Recuerdo imperecedero de doña Urraca, Rompetechos, La familia Trapisonda... De nuevo la lista parece no tener fin...
Lo cierto es que, los que vivimos aquellos tiempos de sencillo divertimento, en un ambiente, con frecuencia limitado y hasta represivo, en el que todo estaba mal o era pecado, delictivo, agresivo o lesivo, tal vez por eso, con talante de sumisión, saboreamos más intensamente aquellos instantes vividos, con una profundidad que les dio el carisma de inolvidables. Aunque las nuevas generaciones opinen que son “batallitas de abuelo o romances de la abuela”, con comprensible incomprensión a la sagrada memoria de quienes les precedimos en existencia. Es un derecho íntimamente divino que nadie puede cuestionar y mucho menos ironizar. El "abuelo o la abuela" sólo desean comprensión y dejar un legado espiritual de sus vivencias y experiencias, con la ilusión de que sirvan de aleccionador mensaje a quienes parecen escucharle. Y si al mismo tiempo se les devuelve una poca de ternura de la ingente cantidad que ellos derrocharon con nosotros, mejor que mejor. Efectivamente, son batallas que tuvieron que librar contra imponderables de la vida, para conseguir objetivos vitales en el medio hostil que les tocó vivir. Una tecnología que sólo admitía como combustible y comburente su sudor y su sangre, para una única máquina: sus brazos. Aquellos brazos que tantas veces nos abrazaron, provistos de manos para acariciar. Ojalá los muchachos y muchachas, de éstas y de futuras generaciones, un día puedan evocar escenas y sentimientos, como un tesoro guardado en el rincón más oscuro y precioso de su anímica memoria, levantando un virtual monumento al recuerdo de quienes se sacrificaron para conseguir su estado actual, agradeciendo que sus esfuerzos no fueron vanos. Es la parte más importante de unas raíces que jamás se deben malograr.
En mi niñez y adolescencia escuchaba embobado las historias de mi abuelo o de mi padre, de mi abuela o de mi madre. Pero confieso que, en mi primera juventud, también tuve una actitud prepotente de autosuficiencia parecida de "nueva generación", porque veía muy lejana la vejez. Sin embargo la experiencia me ha enseñado la efímera brevedad de la vida en la que el momento vivencial hay que disfrutarlo; es un regalo y por eso se llama "presente". Pero, teniendo en cuenta tal brevedad, el presente pronto se torna pasado y el futuro, además de incierto, pronto se torna presente y que de allí al pasado hay un corto paso. El mismo paso, un suspiro, que hay de la juventud, o de la misma niñez, a la ancianidad. Niñez, adolescencia y juventud forman parte una inexorable realidad dual: las tres primeras etapas son hermosas y predomina la magia del ensueño. En el polo opuesto, la horrible vejez, soportable y hermoseada por los recuerdos. Ahora es protagonista la nostalgia. Tal vez a alguien le parezca pesimista, que "son cosas de la edad..." Tengo la impresión de que no hay nada de eso. Simplemente soy realista. En ese depósito memorial están almacenados los éxitos y fracasos, errores y aciertos de toda una vida. Hechos que, inexcusablemente y sin duda alguna, consecuentemente aparecerán un día para que ellos mismos juzguen y valoren, como a nosotros nos califican ahora. Parece obvio que "el juicio particular" comienza antes de la agonía, predecesora de la muerte física. Es la magia de las hadas, trazadoras y dadoras del futuro e inmejorables jueces del pasado.
Las hadas y los cuentos de hadas. La verdad, es un tema muy polémico y farragoso. A quienes estudiaron o estudian a estos fantasmagóricos y abstractos seres en leyendas, mitológicas, cuentos y tradiciones se les llama, tal vez por denominarlos de alguna forma, "cabalistas". No olvidemos que en los cuentos, leyendas, mitologías y tradiciones siempre hay un poso de realidad esotérica que "hay que saber desencriptar". Las hadas, al igual que otros seres misteriosos, como duendes, gnomos, enanos, elfos, náyades, ondinas, nereidas y sirenas, ninfas, silfos, sílfides, genios, salamandras, faunos y sátiros, los nórdicos trolls..., viven en los cuatro elementos: tierra (verbigracia, gnomos y genios), aire (silfos y sílfides), agua (por ejemplo náyades, nereidas y ninfas) y fuego (salamandras) (1). Por esta causa los alquimistas y cabalistas les llaman "elementales" o "esenciales". Seres Elementales de la Naturaleza. Conforman intramundos, inframundos o mundos paralelos, según el juicio del estudioso que los catalogue. Muchos de ellos tan minúsculos que son difíciles de percibir por el ojo humano. También los hay invisibles, espirituales.
Simpática recreación de gnomos "belicosos", aprovechando la cazoleta de una pipa, pudiéndose deducir el tamaño de los mismos. Sus "parientes", los enanos, eran de mayor estatura. |
En algunas regiones españolas, sobre todo en la cornisa cantábrica (guardiana de ancestrales culturas, tradiciones y leyendas que se salvaron de las sucesivas invasiones), hay unos seres enigmáticos que, con nombres diferentes, como los banshees, equivalen a la morfología y propiedades de algunos nombrados en el párrafo anterior. Asimismo diferentes naciones, regiones o pueblos, tienen sus propios seres increíbles, tradicionales y legendarios que, con desigual denominación, son similares o equivalentes.
La creencia en los duendes y hadas fue casi un atributo universal de la cultura popular primitiva. Una creencia tradicional que, venciendo el tiempo–espacio, ha perdurado, de alguna manera y en variadas formas, hasta nosotros. En la antigua literatura griega, las sirenas de la Odisea de Homero son seres con poderes mágicos, y varios de los héroes de su Iliada tienen amantes que son ninfas. Los gandharvas de la poesía sánscrita, eran duendes y hadas; igual que los hathors, o genios femeninos del antiguo Egipto que aparecían en el momento del nacimiento de un niño y predecían su futuro (hadas). Si filosofías y "libros sagrados" de ancestrales religiones nos hablan de ellos, ¿por qué hemos de dar menos crédito a su existencia que a la realidad de los ángeles y demonios de las religiones judeo–cristianas?. ¿Sólo porque alguna de ellas los cataloguó como "tabú", denostándolos y ridiculizándolos?. ¿Cuántas personas privilegiadas han visto alguno de esos seres angelicales o demoniacos?. Es imaginable que la frecuencia de avistamientos sea la misma para unos y otros. Un aforismo de Albert Einstein: "Que una cosa no se vea, no quiere decir que no exista".
En Europa tuvieron preponderancia, con una especial casuística, durante la Edad Media. El primer testimonio escrito de cuentos fantásticos no aparece en Europa hasta el siglo XVI, con la obra de Giovan Francesco Straparola "Noches agradables" (1550). Pero es Charles Perrault con "Cuento de mamá Oca" quien despierta gran interés por estos temas. Las traducciones de "Las mil y una noches" ayudaron al desarrollo de este género literario. El triunfo llegó con el romanticismo, de la mano de los hermanos Grimm, que realizaron una recopilación y estudio de cuentos de hadas de la tradición europea en "Cuentos para niños y familias". Hoffmann, Andersen, Collodi, Bécquer o Fernán Caballero cultivaron este tipo de narración. En el siglo XX se realizaron estudios sobre estos cuentos, entre los que destaca el español Antonio Rodríguez Almodóvar que en "Los cuentos maravillosos españoles" (1982) analiza los temas, periodos y autores del género en España.
Los gnomos y enanos (considerados estos últimos, por algunos estudiosos, como una variedad de los primeros), tienen mucho que ver con la minería y la salvaguarda de tesoros naturales. Pues bien, si nos percatamos, los pequeños personajes del popular cuento "Blanca Nieves y los siete enanitos", son una recreación de los habitantes de uno de los mundos paralelos comentados. También el número 7, la heptada piagórica, tiene mucho significado trascendente.
Sin embargo, tras todo el idealismo fantástico descrito en cuentos, mitologías, leyendas y tradiciones, universales o localizadas en naciones, regiones o lugares, hay personas, algunas de ellas personalidades del mundo cultural histórico, que afirman rotundamente haber tenido contacto con estos misteriosos seres. Un oscuro personaje, el reverendo Kirk, aseguró tener contactos directos y frecuentes con hadas y gnomos (a los que llama "el buen pueblo"). Además, la creencia popular es que desapareció misteriosamente "secuestrado" por las hadas (2).
Paracelso mantuvo la realidad existencial de éstos enigmáticos mundos y escribió un ensayo con este título: "El tratado de las Ninfas, Silfos, Gnomos, Salamandras y otros seres" (3).
En las épocas doradas, con nostalgia añoradas, las hadas, capaces de realizar milagrosas transformaciones interiores y dar fuerzas en ilusiones, proyectos y anhelos, estaban en, y a un tiempo eran, nuestro espíritu limpio de ponzoña que, más adelante, como defensa a la hostilidad del entorno humano, se enseñoraría de nuestros corazones. Los "siete pecados capitales" son los caballos que arrastran el carruaje en el que viaja la humanidad en pos de la consecución de sus apetitos y designios.
Los duendes, gnomos, genios y sátiros, estas misteriosas entidades, esos mágicos y juguetones entes que pueblan un plano inperceptible e inaprensible de nuestro mundo, habitaban en un submundo de nuestro interior. Ya digo, no sé a ciencia cierta si estaban en nosotros o éramos nosotros mismos quienes teníamos capacidad para desarrollar facultades insospechadas. Un mundo ignoto, interior y propio, diferente e individual, imperceptible e inaprensible, desconocido, pero que en él radicaba la fuerza para seguir progresando adecuadamente. Los duendes, traviesos y juguetones, nos hacían realizar las acciones más arriesgadas con un humor sin desasosiegos. Los gnomos, endiabladas criaturas, proporcionaban el adecuado ingenio para realizar los actos que hoy nos parecen imposibles o demenciales. Los genios moldeaban cada momento, adecuándolo a nuestras perentorias necesidades. Los sátiros nos envolvían en una dulce y arrobadora música permanente con su flauta mágica e ironizaban la percepción de la vida. Melodía tan arrobadora como ocasionalmente obnubilante. Las salamandras nos otorgaban un fuego interno, abrasador, capaz de arrasar y renovar continuamente energías que irradiábamos al exterior, cual posesos de los mitológicos dioses Vulcano o Hefesto. El conjunto nos saturaba de magia y hacía que nuestra vida fuese un contínuo festival que nos parecía sempiterno. Era nuestra "historia interminable". Ese era presente, hecho futuro que vislumbrábamos. Estos milagros vitales, nunca sabremos si fueron los “elementales” o "la fuerza elemental" que la Creación, por medio de las leyes de la Naturaleza, puso a nuestra disposición como dádiva exclusiva para el ser humano.
Ellas, "las chicas", aún eran más afortunadas. A nuestros ojos, las hadas les concedían, además, elegancia y hermosura. Transformaban su condición femenina en enigmático atractivo. No importaba el aspecto físico del momento. Cada una tenía un carisma diferente, un atractivo personal único por ser "chica". Entonces, entonces era el momento de la aparición de aquel significativo e inolvidable primer amor.
Las náyades y ondinas les daban la frescura del agua con el placentero y adormecedor sonido de las fuentes y, a un tiempo, el atronador y fiero ruido de las cascadas al precipitarse en el insondable vacío.
Ninfas y nereidas, como recuerdo de las mitológicas sirenas, ahogaban el sonido de la satírica flauta para envolver al sexo opuesto en una candorosa melodía que ocultaba intenciones insospechadas. Como las ocultaban aquellos mitológicos seres de la Iliada para llevar a cabo unos fines determinados. Añadían a su privilegiada inteligencia el don de la estrategia y las hacía adorablemente calculadoras. Eran como una ecuación absurda o imposible a la vez.
Idealización de una sílfide, ser elemental del aire. |
Las sílfides, espíritus del aire, les conferían sensibilidad para apreciar la belleza y la pasión por la música. Sus pies se movían en cuanto escuchaban la primera nota y su sangre hervía. Son épocas de época o época de épocas, como se prefiera, en las que hacen furor Los Beatles, los Rolings, los Relámpagos, los Bravos, los Pekenikes, los Mustang, los Tres de Castilla, los Mismos, los Tres Sudamericanos, el Dúo Dinámico, Jorge Negrete, Miguel Aceves Mejía y Pedro Infante, Adriano Celentano, Braulio, Elvis Presley, Elsa Baeza, Gloria Lasso, José Guardiola, Jorge Sepúlveda, Cecilia, Charles Aznavour, Domenico Modugno, la orquesta Maravella, la orquesta de Pérez Prado, la orquesta de Frank Pourcel... Y tantos y tantos nombres que bullen en la atronada, atormentada y ensoñadora "olla de grillos" que soporto sobre mís hombros. Prefiero "cerrar el tintero" y dejar que reposen en la oscuridad de mi inquieta memoria, permitiendo que resuenen, como un eco perdido, los sones instrumentales que elevaron mi alma, enervaron mi espíritu, pusieron en ebullición mi sangre, me hicieron sentir la llamada de la vida y, sobre todo, aprendí las primeras lecciones de poesía. Porque la belleza es poesía y la poesía me rodeaba por doquier. La magia de aquella época de hadas era de una fuerza sobrehumana. Eran las únicas drogas que necesitaba consumir nuestro espíritu y nuestro organismo. Nuestra sensibilidad, nuestra sensitividad y nuestra sensualidad, como parabólicas antenas de percepción, no necesitaban nada más. ¡Ah, los musics de Peñarrocha…!
Como punto culminante del trabajo, este escribidor no puede dejar de recordar, con los ojos empañados, no por unas furtivas lágrimas, sino por un raudal de ellas que enturbian su visión, a quienes nos dejaron en la senda de la vida. Amigos y amigas con los que compartimos aquellas épocas de magia: Manolo, Rosita, Ernesto, Angel, Mari Carmen... Os juramos por lo más sagrado, por lo que más queremos y hemos querido en nuestra vital andadura, que vuestro recuerdo es y será imperecedero. Jamás podremos olvidar vuestra alegría, que nos contagiaba el gozar la vida y las ansias de disfrutarla. En ocasiones muy determinadas nos enseñasteis el verdadero y profundo sentido de la amistad. Fuisteis elegidos para partir en una truncada juventud. Todos formasteis parte de un idílico tiempo de magia de hadas. No podemos resignarnos con la sobada frase: "La vida es así..." Pero, ¿es que hay algo justo en este mundo, reino de las sombras donde, al parecer, prima la negatividad? ¿O nada es lo que parece? Pedimos a cambio que, desde el remanso de paz donde estáis, donde todo es amor, sosiego y belleza, veléis por nosotros y salgáis a recibirnos cuando tengamos que dar el paso de transición que vosotros ya disteis. ¡No soltéis nuestra mano! ¡Además de recordaros, os necesitamos! Ahora sois "sabios" y podéis guiarnos. Qué egoístas ¿verdad? En el equipaje del gran viaje, estoy seguro, no pueden faltar estos recuerdos. El tiempo... Para nosotros es un valor concreto y existente. En vuestro estadio no existe, es abstracto porque fue inventado por el humano para incidirlo sobre la materia. Vosotros, venturosamente, ya no la poseéis. La trinidad, pasado, presente y futuro se aglutinan en un solo concepto. Por lo tanto, tardemos lo que tardemos, que no creo sea mucho, no se os hará larga la espera.
Unas advertencias: Cuanto plasmo en mis escritos, son opiniones, pensamientos, ideas y deducciones personales y no pretendo, en absoluto, estar en posesión de la única verdad. Cada cual tiene su verdad y, si le es válida, debe defenderla a ultranza; escuchando, claro está, otras opiniones en busca de calificaciones que reafirmen la suya o enriquezcan su acervo cultural y le lleven a un conocimiento más amplio. Enmendar es le sabios. El empecinamiento, el fanatismo, la prepotencia y la soberbia son patrimonio de los necios. El "si" porque si y el "no" porque no, son la demostración razonada de los estúpidos. El "siempre ha sido así", es un camino que a ninguna parte hubiera conducido a Ramón y Cajal o a Miguel Servet. El camino hacía la verdad absoluta es demasiado largo para una sola vida, máxime con la inteligencia y percepción humanas. Por otro lado, “quien dice estar de vuelta de todo, es que no ha ido a parte alguna”.
Por otro lado quiero decir que, debido a mi estado físico, no puedo manejar libros y, por tanto, debo escribir de memoria o consultando algunos libros virtuales que reposan en la "biblioteca" del PC. Circunstancia que puede llevarme a cometer crasos errores. Además "escribo" dictando al ordenador que, ocasionalmente, escribe palabras no deseadas y que ni el corrector ni el ojo humano detecta en los repasos. Es duro escribir así. Pero el devoto afecto a Torrevelilla y a mis paisanos me dan suficiente fuerza para hacerlo.
Como colofón deseo expresar mi ferviente deseo de que los pobladores elementales, nos hayan acercado a la esencia de la Navidad y hayan incrementado la evolución interior y, a un tiempo, nos hayan hecho sentir la felicidad perdurable en un sano y placentero divertimento. Es mi deseo y el de mi familia. Que el año 2008 sea una prolongación de la Navidad y todos los positivos anhelos se vean colmados. Un fraternal abrazo.
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(1) He comentado que los relatos fantásticos siempre tienen un poso de verdad. En el caso de las salamandras es una tradición fantástica con una reminiscencia también fantástica. Ese pequeño reptil, que coloquialmente llamamos "dragones" y acostumbramos a verlos en las fachadas e interiores de los los edificios y que, además, tienen la mala fama de comerse la ropa, en realidad se alimentan de pequeños insectos como las polillas. Ese inofensivo y beneficioso animalito, tiene el mismo nombre que el animal mitológico del fuego. La tradición oral le adjudicó las propiedades de éste y es corriente oir que nace del fuego o en el fuego. Como reptil, se reproduce por huevos como el cocodrilo o la lagartija.
(2) El reverendo Kirk. Pastor protestante sueco. En un libro editado en el siglo XVIII aparece una declaración jurada, fechada en 1671, en la que certifica sus vivencias y experiencias.
Pasaporte a Magonia de Jacques Vallee
(3 ) Paracelso (Theophrastus Bombastus von Hohenheim 1493-1541). Suizo. Médico, homeópata, químico, alquimista, ocultista (¿cabalista?) y precursor de la teosofía e inspirador de la futura "medicina eléctrica". Rechazó las creencias médicas de su época afirmando que las enfermedades se debían a agentes externos al cuerpo y que podían ser combatidas por medio de sustancias químicas.
Dedicado a la magia de mi padre en el aniversario de su partida.- 1º de Noviembre de 2007
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