LEYENDAS DE LOS PIRINEOS
Por Jesús Martínez Fabón
Me imagino que la inmensa mayoría conocerá la leyenda del origen de los Pirineos. Quiero refrescar la memoria de estos y aportar un granito novedad para quienes la ignoren.
Cuenta la leyenda que el nieto de Noé y primer poblador de la península, Túbal, tuvo una hija de belleza incomparable a la que bautizó con el nombre de Pyrene. Tenía todas las gracias de la feminidad y tal es así que su fama pronto se expandió por lejanas tierras.
Aquel renombre de belleza llegó a oídos del horrible Gerión, monstruo de tres cabezas y pastor de brutales costumbres que decidió hacerla su esposa. Desde un primer momento Pyrene se negó a los deseos de Gerión y huyó hacia el norte ocultándose en un monte cerca del mar Mediterráneo. El monstruo buscó y buscó entre laderas y cavernas hasta que desesperado por no encontrarla, prendió fuego al monte.
Por aquel entonces Hércules regresaba a Italia, después de haber cumplido una de sus misiones, cuando contempló la descomunal humareda que se elevaba al norte. Al acercarse, escuchó los llantos de la consternada Pyrene, pero fueron inútiles los intentos por salvarla porque al llegar la hermosa dama estaba agonizante, aunque ésta tuvo tiempo de contarle su historia.
Hércules decidió enterrarla en aquel mismo lugar preparándole en su honor un inmenso mausoleo que rememorase su belleza y su valor. Así, cogiendo las rocas del devastado monte, las fue apilando una tras otra hasta formar la hermosa cordillera que, en recuerdo de la hija de Túbal, se llamaría Pirineos.
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