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Zorita del Maestrazgo, por Manuel Jesús Martínez Fabón

Zorita del Maestrazgo, por Manuel Jesús Martínez Fabón

Cuando, recientemente, escribí sobre Castellote, comenté que me parecía pecaminosamente imperdonable pasar de puntillas por Zorita del Maestrazgo sin hacer una parada. Una población enclavada en los límites de la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana) y de la provincia de Teruel (Comunidad Aragonesa). Si al cartógrafo que dibujó el mapa le hubiese temblado el pulso, hoy sería una población más de Aragón y, por lo tanto, sería del Maestrazgo turolense en lugar del Maestrazgo castellonense. Dista de la capital de provincia, Castellón, 129 kilómetros. Es muy difícil caminar por el Maestrazgo turolense sin poner, alguna vez, el pie en una población perteneciente al Maestrazgo castellonense y viceversa. De todas formas ¿qué más da? La fraternidad entre valencianos y aragoneses es manifiesta a través de los siglos de historia. Zorita dista de la turolense Aguaviva 17,4 kilómetros. Aguaviva, población que conocen bien los argentinos inmigrantes de hace unos años, cuando era alcalde don Luis Bricio, un buen médico y mejor persona con ideas innovadoras. Sea como fuere, poseo tal cantidad de información que habré de resumir y dividir el trabajo emprendido en, al menos, dos partes. Una dedicada a la población de Zorita, distante de Torrevelilla 35,5 kilómetros, y otra parte dedicada al Santuario de la Virgen de la Balma.

Zorita del Maestrazgo es hoy una diminuta población de unos 128 habitantes de hecho. Pero es un precioso pueblito que transpira su historia medieval en cada rincón de la noble población. Cuando en la posguerra se construyó la iglesia de Torrevelilla, recuerdo que todas las piedras de sillería, una a una, incluidas las que llevaban filigranas para los altares, fueron labradas por un picapedrero o cantero que era de este pueblo. Recuerdo hasta que se llamaba Ramón Martí. Significativo, ¿no? Me imagino que ya no quedarían muchas personas con este medieval oficio.

El origen de ZORITA como lugar habitado también es muy antiguo, con vestigios desde la Edad del Bronce. Podría identificarse con el poblado romano llamado ’Sorcita’ (Fuente), en alusión a las romanas fuentes termales junto al río Bergantes.

Fue reconquistada a los musulmanes en 1233 por el rey Jaime I el Conquistador, concretamente por las huestes de Blasco de Alagón, pasando a ser aldea de Morella. Fue en esos años cuando se establecieron allí los templarios, como sucedió con Calanda tras su reconquista. Otra vez las primeras décadas del siglo XIII... Recordemos que no necesariamente debían pertenecer a El Temple los territorios para establecerse en ellos. Ejercían su hegemonía libremente, respetando al señor del territorio y este respetaba a El Temple pues se sentía más protegido y aliviado. Además, el poder templario, generalmente era superior, teniendo además la especial y absoluta protección del rey. Era una simbiosis preciosa y precisa para todos. Un dato muy importante es que este caballero aragonés conquistó también la famosa Culla. Posesión que le concedió el rey aragonés y que luego pasó a los templarios. Entre Blasco de Alagón y la Orden del Temple hay una rocambolesca leyenda propia de una tenebrosa película. La reconquista de extensos territorios del Maestrazgo en esos años treinta del 1200 fue muy rápida, por lo que tuvo que requerir ejércitos poderosos. Otra vez la sombra de El Temple, la Orden borrada de las memorias históricas.

Fue una de las denominadas tradicionalmente aldeas de Morella por encontrarse dentro de su término general. Según algunos historiadores, Blasco de Alagón la donó a poblar a Andreu de Peralta en 1233 y, según otras fuentes, fue el rey Jaime I quien lo hizo el 31 de marzo de 1253. Pero, particularmente, me inclino a pensar que, como sucedió en otras poblaciones, la filosofía templaria, que se empeñaron en hacer desaparecer históricamente, fue la qué más tuvo que ver. Posiblemente, aunque históricamente figure Jaime I el Conquistador, fue El Temple el ejecutor material de dicha repoblación. En el siglo XIV fue señorío de la familia Fernández de Heredia, y el 20 de diciembre de 1367 Juan Fernández de Heredia la vendió a los Jurados de Morella por 14.511 sueldos; desde entonces se mantuvo como señorío de esta villa. Pero en la fecha de esta venta ya hacía 55 años que la Orden del Temple había sido disuelta. Zorita se independizó de Morella en el año 1691.

El CASTILLO DE ZORITA se halla en el interior de la población. Un edificio del siglo XIV que se corresponde con la casa señorial de los Peralta. Actualmente está absorbido por otras construcciones pero destaca todavía su espléndida fachada, así como su torre y parte del arco principal. Son de propiedad privada. Sin embargo, Zorita tiene otro tipo de fortificaciones, muy comunes en el Maestrazgo y, en general, frecuentes en la estructura medieval. Son las torres agrícolas fortificadas, como ya comentamos en el programa dedicado a esta villa. Tipos de construcciones a las que, a todas luces, pudo figurar Torrevelilla en sus orígenes. Las de Zorita son:

La TORRE BEANA, la TORRE COLOMER y la MASÍA DE VILÀ, también llamada MAS DE VILAR o MOLÍ (molino) DE VILAR o VILLAR ( es la más antigua de Zorita).

En su territorio tuvieron lugar destacados enfrentamientos durante las Guerras Carlistas, como sucedió en Castellote y prácticamente en todo el Maestrazgo. También su término, así como los terminos colindantes, se vio muy afectado durante la guerra civil española, la cual dejó vestigios de los cruentos combates que en él se llevaron a cabo. Ejemplo de ello son las trincheras con abundante munición esparcida por los montes de la comarca. De esta guerra es similar también el recuerdo histórico de Torrevelilla.

Las fiestas patronales se celebran a partir del 6 de Septiembre, dedicadas a la Virgen de la Balma, con una escenografía casi medieval, donde se interpreta una escena de lucha entre un Ángel y el Demonio. Además, se bailan danzas tradicionales de raigambre ancestral. Lo comenzaré en el apartado dedicado al Santuario de la Virgen de la Balma.

El 17 de Enero se celebra la festividad de San Antón (San Antonio Abad), con una gran hoguera en la plaza de la iglesia. Costumbre ancestral, la de las hogueras, en muchos pueblos del Bajo Aragón y, por supuesto, del Maestrazgo. Y con la consiguiente bendición de animales domésticos, sobre todo en tiempos de las bestias de labranza que debían dar tres vueltas alrededor del santo expuesto públicamente en una peana, generalmente en la plaza de la iglesia parroquial. Personalmente, quien escribe, ha participado en esta ceremonia, llevando del ronzal el asno de mi abuelo materno. Y también aquí, los mozos o quintos montaban una monumental hoguera. Era una fiesta similar a las fiestas mayores o patronales. Hoy los tractores ya no se bendicen ni siquiera el día de San Cristóbal...

Algo más de historia:

No hace tanto que se encontró en el Vaticano un documento oculto, firmado por el Papa Clemente V, exonerando a El Temple de las acusaciones que le llevaron al drástico final. Se ocultó porque el rey francés, Felipe IV, estaba empeñado en acabar con los templarios.  (Conviene recordar que fue el primero de la dinastía Capeto, que duraría hasta el guillotinado Luis XVI). Por su influencia había ocupado Clemente V la silla de San Pedro. El Papa, curiosamente, era un prohombre de la corte de aquel rey. Y logró su objetivo con un Papa sin voluntad, débil y que le debía el solio pontificio. La Iglesia y los estados más poderosos siempre fueron de la mano, a pesar del grave enfrentamiento ya en los siglos XI y XII por la "cuestión de las vestiduras".

 

Por Manuel Jesús Martínez Fabón

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