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FACAO-Federació d'Asociacións Culturáls de l'Aragó Oriental

Tras las huellas de los templarios (por Jesús Martínez Fabón)

Tras las huellas de los templarios (por Jesús Martínez Fabón)

Desde Aguaviva parte una carretera con dirección a Zorita del Maestrazgo, distante 17,4 km. Unos dos kilómetros antes de llegar a esta población, vemos un escarpado monte. Es el monte Tosa. A media altura, cual balcón a un profundo precipicio, contemplamos el santuario. La ermita-cueva, construida en 1667, cuenta con una nave de forma irregular. La fachada en sillería, se prolonga formando el campanario de dos cuerpos. En la fachada se sitúa una portada sencilla con pilastras estriadas. De esta misma época, o tal vez posterior,  puede ser la imagen de la Virgen que se conserva, a causa de los expolios sufridos en tiempos y por los conflictos bélicos que ha tenido que soportar a través de los siglos. Es una imagen erguida, no sedente, que no es en absoluto ni en ningún aspecto de los siglos XII, XIII o XIV. Es una imagen policromada o coloreada sin la apariencia de una talla de madera que conserva, eso sí, la altura típica de las imágenes de la alta Edad Media: unos 40 cm. Al hacer una hipotética copia se tuvo, al menos, en cuenta este detalle. Una imagen erguida lo es Nuestra Señora La Mayor, hoy la Virgen del Pilar.

Imagen milagrosa como las hay pocas y con su tradicional leyenda de patrona de los endemoniados. Leyenda que ya conocía desde mi niñez, escuchada de labios de mis abuelos maternos, con quienes hice mi primer viaje a La Balma, allá por los años 49 ó 50 del siglo pasado, en un añorado carro agrícola, tirando por una burra, cuando el automóvil parecía un sueño de ciencia-ficción. Han sido muchas las visitas, desde aquella lejana fecha, hechas al Santuario de la Balma.

El patronazgo de los endemoniados se extiende especialmente a los enfermos mentales, aunque es benefactora en todo tipo de enfermedades o situaciones peligrosas. También tiene una leyenda negra, truculenta y espantosa que narra hechos en los que intervienen burbujas, con nombres propios, llegadas de la ciudad zaragozana de Caspe. De hecho la síntesis del patrocinio de la Virgen de la Balma es la lucha contra el demonio. La lucha del bien contra el mal. En el arranque de la carretera que conduce al santuario, desde la de Aguaviva a Zorita, hay una Cruz cubierta; una más de las que abundan en toda la geografía hispana. En ella, durante la romería que se celebra en las fiestas patronales de Zorita del Maestrazgo, se representa una escenificación de la lucha de un ángel contra el demonio.

Dice la tradicional leyenda que, como en otras muchas ocasiones, fue un pastor, al refugiarse en la caverna para protegerse de las inclemencias del tiempo, no se si del frío, del calor o de la lluvia, quien halló la imagen y corrió a avisar al sacerdote del pueblo. Hecho que tuvo lugar poco después de la reconquista de Zorita por las huestes de Blasco de Alagón; es decir que ya había presencia templaria. Porque la experiencia de los estudiosos mantiene la creencia de que donde hay una imagen de este tipo, cerca está El Temple. Una imagen que, como tantas otras, brillaba en la oscuridad de la cueva. El milagro tiene su explicación. ¿Qué pasaría con un objeto cubierto con un baño del alquímico fósforo, a salvo de la luz y de las inclemencias del tiempo?.

Esta es la distribución de santuario: Desde la explanada de llegada, a cuyos pies, más abajo, discurre la carretera regional y más allá describe un meandro del río Bergantes, por una empinada cuesta escalonada se accede al patio, donde están los servicios que antaño eran las caballerizas de los romeros. Desde allí accederemos al comedor o restaurante y al fondo del mismo hay una puerta que se abre al estrecho pasadizo a cielo abierto que nos llevará al santuario propiamente dicho. Al pasar por este corredor, deberemos agachar la cabeza para no golpeárnosla contra las rocas que están muy bajas a modo de natural marquesina. A nuestra izquierda un pretil salva el profundo precipicio que se abre a otro lado, cortado perpendicularmete hasta la carretera de acceso al santuario. Por fin llegamos al santuario propiamente dicho, donde se conserva la imagen de la Virgen de la Balma. En una rocosa e irregular sala hay un altar enrejado para su veneración y al lado otra cueva-estancia cubierta de exvotos; ofrendas de quienes fueron milagrosamente sanados de diversas dolencias, cuando parecía que su enfermedad ya no tenía remedio, o agradeciendo la virginal protección o intercesión en momentos delicados: manos, brazos, pies y piernas, cabezas... Naturalmente de cera. Cirios, muletas, bastones... Fotografías, retratos... La estancia está cubierta de estos recordatorios de fe... Es sobrecogedor. Todo invita al recogimiento y a la meditación.

Queridos radioyentes, pocas veces un lugar invita a introducirse dentro de sí mismo, cual caracol en su concha, para buscar la luz en la oscuridad del obnubilado espíritu con el único objetivo de que nos encamine a una personal redención. Hace unos 15 años que no estoy allí. Pero sí pudiera, os juro que volvería... Éste es un verdadero "lugar de poder".

 

Apuntes templarios

El lema de todo caballero medieval era: "Dios, Honor y Dama".  Dado su carácter de celibato, como monjes, aunque había algunas excepciones en caballeros que por su condición estaban ya casados, la dama se convertiría en Nuestra Señora, refiriéndose a la madre de Jesucristo. Sin embargo todos, sin excepción, debían aceptar esta divisa. La divisa sería: "Dios, Nuestra Señora y Honor".

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